La personalidad según Alfred Adler




 Sentimiento de Inferioridad: El motor del esfuerzo humano
(Esta es una parte extraída del mismo blog sobre "el sentimiento de inferioridad según Alfred Adler")

Adler creía que los sentimientos de inferioridad están  siempre como fuerzas motivadoras del comportamiento humano. Ser humano significa sentirse Inferior Adler (1933-1939). Esta característica es compartida universalmente entre todos los humanos, por ende no se debe entender como un signo de debilidad o algo anormal. El propuso que los sentimientos de inferioridad son la fuente de todo el esfuerzo humano y  que de el se desarrolla la compensación, en otras palabras, esto se puede explicar como los intentos de la persona por superar alguna inferioridad imaginaria o real (ejemplos de ellos, atletas de juegos olímpicos especiales o alguien sin una minusvalía orgánica). Este proceso inicia en la infancia, cuando el niño, pequeño e indefenso, depende en gran parte de los adultos. La situación como tal, genera en el niño consciencia del mayor poder y fuerza que ostentan sus padres, ademas, le demuestra la inutilidad de resistirse o desafiar su poder. En relación a ello, el niño genera sentimientos de inferioridad con respecto a la gente mas grande y mas fuerte que lo rodea. Esta experiencia según Adler, tiene una función ambiental, el cual es el mismo para todos los infantes un ambiente en donde se encuentran indefensos y dependiente de los adultos.

El complejo de Inferioridad 

Hagamos la siguiente consecución un niño crece y se desarrolla. ¿Qué pasara cuando un niño no puede compensar sus sentimientos de inferioridad? Éstos aumentan por dificultad para superarlos, dando lugar al desarrollo de un complejo de inferioridad. Las personas con este complejo tienen una opinión distorsionada de si misma y se sienten incapaces de hacerle frente a las exigencias de la vida. Adler encontró dicho complejo en la niñez de muchos de los adultos que acudían a su consulta en búsqueda de tratamiento. 

En la infancia, un complejo de inferioridad puede nacer de tres fuentes: inferioridad orgánica, mimos excesivos y negligencia. Adler inició el estudio de la inferioridad orgánica, su primera linea importante de investigación, mientras todavía estaba relacionado con Freud, el cual aprobada la idea. Concluyó posteriormente que las partes u órganos corporales deficientes moldean la personalidad mediante los esfuerzos de la persona para compensar el defecto o la debilidad, de la misma manera en que él había compensado su enfermedad (raquitismo), la inferioridad física puede concentrarse en ella y esforzarse por resaltar en alguna habilidad.

La historia resalta muchos ejemplos similares de compensación: en la Grecia antigua, Demóstenes, el estadista superó su tartamudez para llegar a ser un gran orador. El debilucho Theodore Roosevelt, vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos, en su adultez se convirtió en un delo de condición física. Los esfuerzos por superar la inferioridad orgánica pueden dar lugar a sorprendentes logros artísticos, atléticos y sociales, pero si esos esfuerzos fallan, pueden dar lugar a un complejo de inferioridad. 

El mimo o consentir en exceso a un infante también puede producir un complejo de inferioridad. Los niños mimados son el centro de atención de su hogar, donde satisfacen todas sus necesidades y poco se les niega. En dichas circunstancias, es natural que esos infantes desarrollen la idea de ser las personas más importantes en cualquier situación y de merecer la recompensa de los otros. La primera experiencia en la escuela, donde ya no son el foco de atención, es una conmoción para la cual no están preparados. Los niños mimados tienen pocos sentimientos sociales y son impacientes con los demás. Tienen dificultades en situaciones donde les toca esperar por lo que desean ni a superar las dificultades o a ajustarse a las necesidades de los otros. (Leer un poco sobre la teoría de las morales de lawrence kohlberg, para evidenciar en que estadio se encuentran). Cuando les toca enfrentar obstáculos a la satisfacción, estos infantes llegan a creer que deben tener algún defecto personal que los obstaculiza, por lo que desarrollan un complejo de inferioridad.

En cuanto a los niños descuidados, no deseados y rechazados. En su niñez la falta de amor y seguridad debido a la indiferencia u hostilidad de los padres los hace desarrollar sentimientos de minusvalía e incluso de ira y ven a los demás con desconfianza. 

El complejo de superioridad

Sin importar la fuente del complejo, la persona tiende a compensar en exceso y desarrolla lo que Adler denominó "complejo de superioridad", que implica una opinión exagerada de las propias habilidades y logros. En su interior, esa persona puede sentirse en exceso satisfecha y superior, sin necesidad de demostrar con logros su superioridad. Por otro lado, puede sentir esa necesidad y trabajar para lograr éxito. No obstante, en ambos casos, las personas con un complejo de superioridad tienden a la vanidad, el egoísmo y a la tendencia a denigrar a los demás.


Lucha por la superioridad


(Aunque en mi humilde opinión me gusta llamarle afán de superación, ya luego me lo corrigen)


Los sentimientos de inferioridad son la fuente de la motivación y del esfuerzo, sin embargo ¿cual es su fin? Adler describió su idea como el hecho fundamental de la vida, la meta última hacia la cual nos esforzamos. No tendía la superioridad en el sentido usual del término, ni relacionó el concepto con el complejo de superioridad. La lucha por la superioridad no es un intento de ser mejor que alguien más, una tendencia arrogante o dominadora, ni una opinión inflada de las habilidades y logros. A lo que Adler se refería era a na pulsión hacia la perfección. Esta meta innata, la pulsión hacia la plenitud, se orienta hacia el futuro; esto implica que la mejor manera de explicar la personalidad es observando hacia que fin se dirige, y no, necesariamente prestándole total atención al pasado. (al muy estilo Freudiano).

Finalismo de ficción


 (muchas personas critican esta película, pero la primera vez que la vi, soñé mucho con viajar al futuro, la pregunta seria ¿y quien no soñó con eso?)

Adler utilizó el término finalismo, para referirse a la idea de que tenemos una meta última, una necesidad hacia la cual avanzar. Las metas por las cuales luchamos, sin embargo, son potencialidades, no realidades. Es decir, nos esforzamos por ideales que existen en nosotros de manera subjetiva. Adler creía que nuestras metas son ideales ficticios o de ficción (esta palabra se debe a la influencia de Vaihinger, filosofo Kantiano) que no pueden contrastarse con la realidad vivimos nuestra vida con ideales como la creencia de que toda la gente fue creada igual. Según Hoffman (1994) la meta final de Adler fue conquistar la muerte y su manera de esforzarse para conseguirlo fue convertirse en medico.

Esas creencias influyen en la forma cómo percibimos e interactuar con los demás. Por ejemplo, si creemos que al comportarnos de cierta manera seremos recompensados en el cielo o en la otra vida, trataremos de actuar de acuerdo con esa creencia (en un programa de filosofía vi algo que me genero mucha risa ¿y si no hay un cielo? y tampoco ¿otra vida después de la muerte? entonces perdí mi tiempo comportándome bien, claro estas preguntas se las responden ustedes, solo escribo la anécdota) creer en la existencia de otra vida no se basa en una realidad objetiva, pero es real para la persona que sustenta esa creencia.

 Adler formalizó el concepto de finalismo de ficción, la noción de que ideas ficticias orientan nuestro comportamiento al esforzarnos hacia un estado de plenitud o perfección. Muchas de esas ficciones dirigen el curso de nuestra vida, pero la más importante es el ideal de perfección. Hasta estos momentos el mejor ejemplo creado por la humanidad es el concepto de Dios, y su hijo Jesús. 
Existen otros dos puntos en relación con el esfuerzo por la superioridad. Primero, no reduce si no que incrementa la tensión. A diferencia de lo propuesto por Freud, que al satisfacer una pulsión esta disminuía. Adler no creía que nuestra única motivación fuese reducir la tensión. Luchar por lograr la perfección exige un enorme gasto de energía y esfuerzo, condición muy diferente al equilibrio o a un estado libre de tensión. Segundo, la lucha por la superioridad se manifiesta tanto a nivel individual como social. Tratamos de lograr la perfección de nuestra cultura.

En consecuencia, para Adler los seres humanos están en un esfuerzo permanente  para lograr la meta ideal, ficticia, de la perfección. ¿ Cómo tratamos de adquirir esta meta en nuestra vida cotidiana? Adler soluciono esa interrogante con su concepto sobre el estilo de vida.

Estilo de vida 

La meta es la superioridad o perfección, pero tratamos de obtener esa meta mediante muchos patrones diferentes de conducta. Cada uno de nosotros expresa esa lucha en forma distinta. Desarrollamos un patrón único de características, comportamientos y hábitos, a los cuales Alfred Adler denominó un carácter o estilo de vida distintivo. 

Para entender cómo se desarrolla el estilo de vida, hay que dar un paso atrás, a los conceptos de sentimiento de inferioridad y compensación. Los niños se ven influenciados por sus sentimientos de inferioridad que los motivan a compensar el desamparo y dependencia. En estos intentos de compensación, los niños adquieren un conjunto de conductas; por ejemplo, el niño enfermizo puede esforzarse para mejorar su habilidad física corriendo o haciendo ejercicio. Esas conductas se convierten en parte del estilo de vida, un patrón de comportamiento diseñado para compensar una inferioridad. 

Todo lo que hacemos está moldeado y definido por nuestro estilo único de vida. Este determina los hechos de nuestro ambiente a los cuales atenderemos o ignoraremos, y también de las actitudes que se mantienen en el tiempo. El estilo de vida se aprende a partir de las interacciones sociales que ocurren durante los primeros años de vida. Adler sugirió que el estilo de vida está constituido con solidez para la edad de los cuatro o cinco años, que después resulta difícil modificarlo.

El estilo de vida se convierte en el marco de referencia para orientar todas las conductas posteriores. Como anteriormente se menciono, su naturaleza depende de las interacciones sociales, en especial el orden de nacimiento de la persona dentro de la familia y la naturaleza de su relación con sus padres. También hay que recordar  a la negligencia, la cual es una condición  que puede dar lugar a un complejo de inferioridad; los niños descuidados pueden sentirse inferiores para enfrentar las demandas de la vida y, por ende, volverse desconfiados y hostiles hacia los demás. El resultado, es un estilo de vida  con búsqueda de revancha, resentimiento hacia el exito ajeno y tomar cualquier cosa que sienta que se les debe.


El poder creativo del Yo

Adler creia que tenemos control de nuestro destino y que no somos sus victimas o esclavos como me gusta indicar a mi. El individuo crea el estilo de vida. Creamos nuestra personalidad, nuestro carácter. No somos moldeados en forma pasiva por las experiencias de la niñez. Esas experiencias no son tan significativas como nuestra actitud consciente hacia ellas. Adler afirmaba que ni la herencia ni el ambiente ofrecen una explicación completa para el desarrollo de la personalidad. En lugar de ello, la forma en que interpretamos esas influencias es lo que establece el cimiento para la construcción creativa de nuestra actitud hacia la vida. 

La libertad individual que a cada uno de nosotros tenemos nos permite crear un estilo de vida apropiado a partir de las capacidades y las experiencias que nos proporcionan nuestra dotación genética y el entorno social. Sin embargo, una vez que lo creamos, el estilo de vida permanece constante durante el resto de nuestra experiencia.


Estilos de vida


Dentro de los estilos de vida, Adler describió varios problemas universales y los agrupo en tres categorias:
  • Problemas que implican nuestra conducta hacia los demás.
  • problemas laborales.
  • problemas amorosos.
A partir de ellos, propuso cuatro estilos básicos de vida para afrontar esos problemas:
  • el tipo dominante
  • el tipo erudito
  • el tipo evasivo
  • el tipo socialmente útil
El primer tipo exhibe una actitud dominante o imperativa con poca consciencia social. Son personas que se comportan sin consideración por los demás. Quienes se encuentran en los extremos de este tipo pueden atacar a otros y convertirse en sádicos, delincuentes o sociópatas. Los mas alejados de ese extremo se convierten en alcohólicos, adictos a las drogas o suicidas y creen que lastiman a los demás atacándose a si mismos. 

El tipo erudito (para Adler, el tipo de humano más común) espera recibir satisfacción de los demás y llega a depender de ellos.

El tipo evasivo no hace intentos por afrontar los problemas de la vida, pues al escabullirse de las dificultades, esta persona evade cualquier posibilidad de fracaso.

Esos tres tipos no están preparados para afrontar los problemas de la vida cotidiana. Tienen dificultades en cooperar con los otros. El encuentro de su estilo de vida con el mundo cotidiano da por resultado un comportamiento anormal que se manifiesta en neurosis y psicosis. Carecen de lo que Adler denominó interés social (en mis investigaciones y a través del libro El sentido de la vida de Alfred Adler, lo encontré como sentimiento de comunidad).

El tipo socialmente útil coopera con los demás y actúa de acuerdo con sus necesidades. Se trata de personas que afrontan los problemas dentro de un marco de interés social (sentimiento de comunidad) bien desarrollado. 

Cabe acotar, Adler se oponía a a clasificar o tipificar a la gente de manera rígida, afirmaba que proponía esos cuatro estilos de vida únicamente con propósitos docentes y advertía a los terapeutas para que no cometieran el error de asignar categorias a las personas. 



Interés social (sentimiento de comunidad)

Adler creía que la primera tarea que enfrentamos en la vida es llevarnos bien con los demás. Nuestro nivel subsecuente de ajuste social, el cual forma parte de nuestro estilo de vida, influye en la aproximación propia a todos los problemas de la vida. Propuesto el concepto de interés social, el cual definió como el potencial innato del individuo para cooperar con otra gente a fin de lograr las metas personales y sociales. Si bien tenemos una influencia mayor de las fuerzas sociales que de las biológicas, en opinión de Adler, el potencial para el interés social es innato. En ese sentido limitado, el enfoque de Adler contiene un elemento biológico. Con todo, el grado en que nuestro potencial innato para el interés social se realice depende de nuestras primeras experiencias sociales.

Nadie puede evitar del todo a la otras personas o las obligaciones hacia ella. Desde la antigüedad, la gente se congrega en familias, tribus y naciones. Las comunidades son indispensables para que los seres humanos obtengan protección y puedan sobrevivir. En consecuencia, siempre ha sido necesario que la gente coopere y exprese su interés social. El individuo debe cooperar y contribuir con la sociedad para realizar las metas personales y comunitarias.

El recién nacido se encuentra en una situación en la cual necesita la cooperacion, en principio de la madre o cuidador principal, luego de los otros miembros de la familia y del personal de la guardería o la escuela. Adler notó la importancia de la madre como la primera persona con quien el bebé está en contacto. A través de su conducta hacia el niño, la madre puede promover el interés social u obstaculizar su desarrollo.

La madre debe enseñar al niño cooperacion, compañía y valor. Sólo si el niño siente afinidad con otros actuará con valor al intentar enfrentar las exigencias de la vida. Los niños que miran a los otros con suspicacia y hostilidad se acercaran a la vida con la misma actitud. Quienes carecen de sentimiento de comunidad pueden convertirse en neuróticos e incluso delincuentes. Adler mencionó que los demonios que van de la guerra al odio racial, a la embriaguez pública surgen de la carencia de un sentimiento de comunidad.


 Orden de nacimiento


 Una de tantas contribuciones que hizo Alder con su teoría es la idea de que el orden de nacimiento es una influencia social importante en la niñez, a partir de la cual creamos nuestro estilo de vida. Aun si los hermanos tienen los mismos padres y viven en la misma casa, su ambiente social no es el mismo. Ser mayor o menor que los hermanos y ser expuesto a actitudes distintas por parte de los padres crea en la niñez condiciones diferentes que ayudan a determinar la personalidad. En su investigación escribió acerca de cuatro situaciones: primogénito, segundo hijo, hijo menor e hijo único.


El primogénito

 Los primogénitos se encuentran, a veces por cierto tiempo, en un momento significativo. Por lo general los padres están felices con el nacimiento del primer hijo y le dedican tiempo y atención considerables. Los primogénitos a menudo reciben atención instantánea y exclusiva de sus padres. Como resultado, tienen una existencia segura y feliz hasta que aparece el segundo hijo.

Luego cuando dejan de ser el foco de atención y recibir amor y cuidado constante, los primogénitos son, en cierto sentido, destronados. El afecto que los primogénitos recibieron durante su reinado ahora debe ser compartido. A menudo deben soportar la afrenta de tener que esperar hasta que se satisfagan las necesidades del recién nacido y de que se les advierta que deben permanecer tranquilos para no perturbar al nuevo bebe.

Por un tiempo los primogénitos pueden volverse obstinados, berrinchosos, destructivos, quizas se rehúsen a comer o ir a la cama. Pero es probable que los padres contraataquen y sus herramientas tienden a ser mas fuertes. Cuando se castiga al primogénito por su mala conducta, puede interpretar el castigo como evidencia adicional de su caída y tal vez llegue a odiar al segundo hijo.

Adler encontró que los primogénitos a menudo se orientan a pasado, son dados a la nostalgia y pesimistas con respecto al futuro. Al haber conocido durante cierto tiempo las ventajas del poder, permanecen preocupados por él durante toda su vida (yo no creo que tanto tiempo). Pueden ejercer cierto poder sobre los hermanos menores, pero al mismo tiempo están más sometidos al poder de sus padres que esperan más de ellos. Por lo común, entre mayor sea el primogénito al momento de nacer el segundo hijo, menor sera el destronamiento que experimentara; ellos adquieren un interés inusual en mantener el orden y la autoridad, ser organizados, concienzudos y escrupulosos con los detalles, autoritarios y de actitud conservadora.


El segundo hijo

El segundo hijo, el que genera tanta conmoción en la vida del primogénito, también se encuentra en una critica situación. Nunca experimento la posición poderosa que alguna vez ocupo su hermano mayor, de ahí que si llega otro niño a la familia no sufrirá la sensación de destronamiento que sufrió el otro. Además, para entonces los padres han cambiado sus actitudes y practicas de crianza infantil. Un segundo bebé ya no es la novedad que fue el primero, de ahí que la preocupación y ansiedad de los padres respecto a su conducta disminuyen y pueden adoptar una actitud "más relajada" hacia su segundo hijo.

Desde el inicio el segundo hijo tiene un marcapaso: tiene el ejempño permanente del comportamiento del hermano mayor como modelo, amenaza o fuente de competencia. Adler fue el segundo hijo y durante toda su vida tuvo una relación de competencia con su hermano mayor (cuyo nombre fue Sigmund). Se sentía opacado por su hermano. 

La competencia con el primogénito sirve para motivar al segundo hijo, estimulando con frecuencia un desarrollo más rápido del que exhibió el primero. Los segundos hijos se esfuerzan por alcanzar y superar al mayor, una meta que acelera el desarrollo motor y del lenguaje. El segundo hijo por lo general empieza a hablar a una edad más temprana que el primogénito. A este segundo hijo no le quita el sueño el poder que  nunca tuvo; es más optimista acerca del futuro y es probable que sea competitivo y ambicioso.

Otros resultados pueden surgir de la relación entre los dos ya mencionados. Por ejemplo, si el hijo mayor destaca en los deportes o en la escuela, el segundo puede sentir que jamás superará al primero y darse por vencido. En este caso la competencia no se volverá parte del estilo de vida del segundo hijo.

El hijo menor

El hijo menor, nunca enfrenta la conmoción de ser destronado por otro niño y a menudo se convierte en el chico de los mandados, en particular de los hermanos mayores. Impulsado por la necesidad de alcanzar a sus hermanos mayores, el hijo menor a menudo desarrolla una velocidad que le permite completar trabajos con rapidez. A menudo destaca en cualquier trabajo que emprenda de adulto.

Pero puede suceder lo opuesto si se le mima en exceso y si llega a creer que no necesita aprender a hacer nada por sí mismo. Al crecer, este niño puede conservar la indefensión y dependencia de la niñez. Sin hábitos de esfuerzo y lucha, le puede resultar difícil el ajuste en la vida adulta.

El hijo único 

 Los hijos únicos jamás pierden la posición de supremacía y poder que tienen en la familia, por que siguen siendo el foco de atención. Al pasar más tiempo en la compañía de adultos que un niño con hermanos, los hijos únicos suelen madurar pronto y manifestar conductas y actitudes adultas. Ellos pueden experimentar dificultades cuando se encuentran en una área de vida fuera del hogar, como la escuela, donde no son el centro de atención. Por otro lado, no han aprendido a compartir ni a competir y si sus habilidades no les proporcionan el reconocimiento y atención suficientes, es probable que sientan una profunda decepción.

Con todo lo planteado anteriormente, con respecto al orden del nacimiento Alfred Adler no pretendía proponer reglas definidas sobre el desarrollo infantil, ni afirmar que un niños adquiere de forma ipso facto un tipo particular de carácter sobre la única base de su posición en la familia. Lo que Adler propuso era la probabilidad de desarrollar "ciertos estilos de vida" como función del orden de nacimiento combinado con las primeras interacciones sociales. El yo creativo se nutre de ambas influencias en la construcción del estilo de vida. 



Conclusión

 La información que usted observa en este blog, son la recopilación del el escritor, por favor si hace uso de ella, leer la las lecturas sugeridas ya que son la fuente. Sin nada mas que agregar, me despido.


Lecturas Sugeridas

Adler, A. (1930). Individual psychology. En C. Murchison (Ed.) Psychologies of 1930 (pp. 395-405). Worcester, MA: Clark University Press.

Alfred, Adler. (s/f). El sentido de la vida. Edición 10ma (Ed.) Luis Miracle, S.A. Barcelona, Espa

Ansbacher, H.(1990). Alfred Adler influence on the three leading cofounders of humanistic psychology, Journal of Humanistic psychology, 30(4), 45-53

Ansbacher, R.(1997) Alfred Adler, the man seen by a student and friend, Individual Psychology, 53, 270-274.

Hoffman, E. (1994). The drive for self: Alfred Adler and the founding of individual psychology. Reading, MA: Addison-Wesley. 

Nota: http://www.centroadleriano.org/ (dejo el link del centro de estudios Adlerianos de Uruguay). En el cual podrán tener una lectura de mayor profundidad con respecto a este autor.

Comentarios

  1. me gusto el articulo profe. muy bueno.
    que interesante lo del orden de nacimiento...

    ResponderBorrar

Publicar un comentario